martes, 29 de octubre de 2019

La enorme producción de residuos y las dificultades para disponerlos.


Es un problema para nuestro país. Es un problema de la propia naturaleza del sistema económico de producción y consumo, generamos una gran cantidad de residuos constantemente, con el riesgo para la salud de las personas, los animales, vegetales y el medio ambiente en general.
Las corrientes sociológicas actuales han estado escasamente interesadas en considerar en sus elaboraciones teóricas la problemática medioambiental en general y la de los residuos en particular; sin embargo, al igual que ocurre con la energía y el agua, los residuos son un asunto central de las sociedades industriales y post industriales, no solamente por sus consecuencias sociales, sino por el hecho de estar inserto en la propia naturaleza del sistema socio económico. Es por ello que urge el desarrollo de una Sociología de los Residuos que de cuenta de la naturaleza del problema, de las consecuencias del mismo, así como de las posibles soluciones.

Los residuos

El residuo es ante todo un hecho social, diferente según sociedades y épocas, que representa un valor cultural y social para los individuos que forman o han formado dichas sociedades, por lo que la problemática de los residuos no es exclusivamente técnica, sino que es fundamentalmente social.
Durante siglos los campesinos han producido alimentos de fácil descomposición, y bienes duraderos basándose en materias primas naturales como: madera, cuero, algodón, lana, entre otros, o escasamente transformadas como: el hierro, cerámica, yeso y cal; también, han utilizado la energía en cantidades reducidas. El residuo así generado era escaso y fácilmente reciclable, por ejemplo: restos de comida que se daban como alimentación al ganado, restos agrícolas o excrementos para abonar la tierra.
En esas sociedades el concepto de residuo carecía de sentido, eran sociedades con escasez de recursos y con un sistema de funcionamiento de aprovechamiento máximo de éstos, la base de la no producción de residuos estaba principalmente en la escasez de producción dirigida sobre todo al autoabastecimiento y de consumo de bienes en general. Pero además se da otra característica importante, el residuo cuando se produce se deposita en el mismo lugar y desaparece, se recicla integrándolo en el ciclo natural rápidamente.
En las sociedades urbanas se produce desde mucho tiempo antes gran cantidad de residuos difíciles de reciclar o de recuperar, no tanto por su composición no muy diferente de los procedentes de las áreas rurales como por su cantidad. Ya en la Roma Imperial la basura llegó a ser un problema importante.
Con el desarrollo industrial, el desequilibrio natural del ser humano como productor, consumidor y no reciclador ni descomponedor del residuo llega al máximo en nuestras sociedades actuales.
A pesar de ello, una gran cantidad de la población asocia contaminación por residuos a cloacas y a basuras urbanas. Se utilizan viejos conceptos para abordar nuevos problemas, y por ello no se percibe la contaminación más peligrosa ni sus consecuencias para la salud o el medioambiente.
La gestión de los residuos urbanos ha adquirido por ello un gran protagonismo social, principalmente vehiculado a través de los programas de reciclaje. A diferencia de la política de vertederos (de enterrar el residuo) aquí se necesita que el residuo se haga presente.

El residuo ya no es algo sucio, rechazable, sino algo valioso”. Se necesita de la participación activa de la ciudadanía responsable y concienciada en la separación desde el hogar.

Los anteriores apuntes ponen de manifiesto que existe un vacío teórico sobre el tema de los residuos, sobre su papel central en las sociedades modernas y sobre su conceptualización. Aunque se presenta como un problema técnico ni siquiera en ese plano ha sido posible llegar a un consenso sobre su definición. Todos los aspectos señalados son relevantes a una adecuada teorización social de los residuos, y no cabe duda que abren un campo de análisis importante al campo sociológico.

lunes, 16 de septiembre de 2019

Debemos proteger el medio ambiente


Debemos proteger el medio ambiente

La actividad humana está alterando la salud del planeta como nunca en la historia. Cuanto más amenazadores se vuelven los problemas como el calentamiento global, mayores son los esfuerzos de los científicos, gobiernos y grupos industriales por hallar una solución.

¿Es la protección del medio ambiente un deber individual? Si lo es, ¿hasta qué punto? La Biblia nos da razones de peso para actuar en favor de la Tierra, al tiempo que nos enseña a ser equilibrados.

Apoyemos el propósito de nuestro Creador
Jehová Dios hizo la Tierra para que fuera el hogar ajardinado de la humanidad. Al ver su obra, la calificó de “muy buena” y le encomendó al hombre que ‘la cultivara y la cuidara.

¿qué responsabilidad confió Dios a los seres humanos con respecto a la Tierra?

Génesis 1:28, 31
28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
29 Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer.
30 Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así.
31 Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto.


Génesis 2:15
15 Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.

Apocalipsis 11:18
¿Qué siente Dios al contemplar su estado actual? Es obvio que está sumamente ofendido por la mala administración de los hombres, pues predice que “causar[á] la ruina de los que están arruinando la tierra”. Por lo tanto, no debemos ser indiferentes a la precaria situación del planeta.
La Biblia asegura que Dios borrará todo vestigio del daño causado por los humanos cuando ‘haga nuevas todas las cosas’ (Apocalipsis 21:5). Ahora bien, no debemos concluir que, como con el tiempo Dios va a solucionar los problemas de la Tierra, nuestras acciones no importan. Sí importan, y mucho. ¿Cómo demostramos que compartimos el punto de vista de Dios sobre nuestro planeta y que apoyamos su propósito de convertirlo en un paraíso?

Contribuyamos a la limpieza de la Tierra

Proverbios 3:19
Las actividades normales del hombre generan cierto grado de residuos; por tal razón, Jehová implantó con sabiduría ciclos naturales que se encargan de procesarlos, manteniendo así limpios el aire, el agua y el suelo. Nuestros actos deben armonizar con tales procesos. Procuremos, pues, no contribuir innecesariamente a la crisis medioambiental; de esta forma demostramos que amamos al prójimo como a nosotros mismos (Marcos 12:31). Consideremos un ejemplo interesante de tiempos bíblicos.
Dios ordenó a los israelitas que enterraran los excrementos humanos “fuera del campamento” (Deuteronomio 23:12, 13). Esta medida mantenía el lugar en condiciones higiénicas y aceleraba el proceso de descomposición. De manera similar, los verdaderos cristianos hoy procuran deshacerse de la basura y otros desperdicios de forma rápida y adecuada. Además, tienen en cuenta que la eliminación de residuos tóxicos requiere un cuidado especial.

Mateo 22:21
Muchos productos de desecho son reutilizables. Obedecer las leyes locales sobre reciclado es una forma de dar “a César las cosas de César” Aunque reciclar supone un esfuerzo extra, pone de manifiesto nuestro deseo de tener una Tierra limpia.

Conservemos los recursos naturales

Números 11:31-33
A fin de satisfacer nuestras necesidades básicas de alimentación, vivienda y combustible, es preciso consumir ciertos recursos naturales. El uso que demos a estos evidenciará si los consideramos o no un regalo de Dios. Cuando los israelitas expresaron el deseo de comer carne en el desierto, Jehová les proporcionó codornices en abundancia. Sin embargo, el pueblo se dejó llevar de la avidez y abusó egoístamente de esta dádiva, lo que encendió el furor de Jehová Él no ha cambiado desde entonces. En consecuencia, los cristianos responsables evitan el derroche innecesario, que puede ser un signo de avidez.
Quizás algunos se sientan con derecho a consumir ilimitadamente la energía u otros recursos. Pero los recursos naturales no se deben derrochar solo porque uno pueda permitírselo o porque estén presentes en grandes cantidades. Cuando Jesús obró el milagro de alimentar a una gran multitud, mandó que se recogieran los panes y los peces que habían sobrado (Juan 6:12). No permitió que se desperdiciara nada de lo que su Padre había proporcionado.

Seamos equilibrados
A diario tomamos decisiones que afectan al medio ambiente. Ahora bien, ¿tenemos que llegar al extremo de separarnos de la sociedad para evitar cualquier impacto negativo en la Tierra? En ninguna parte recomienda la Biblia tal proceder. Pensemos en Jesús. Cuando él vivió aquí, llevó una vida normal, lo que le permitió cumplir la misión que Dios le había dado de predicar (Lucas 4:43). Asimismo, se negó a mezclarse en la política a fin de acabar con los problemas sociales de la época. Dijo claramente: “Mi reino no es parte de este mundo” (Juan 18:36).
Con todo, conviene pensar en el impacto que tiene en el medio ambiente nuestra elección en campos como las compras domésticas, el transporte y la diversión. Algunas personas, por ejemplo, compran artículos cuya elaboración o funcionamiento causan muy poco daño al ambiente. Otras limitan al máximo su participación en actividades que contaminan o que consumen indebidamente los recursos naturales.
Nadie, sin embargo, debe imponer a otros sus decisiones en esta materia, pues las circunstancias varían según el lugar y las personas. Cada cual responderá de sus actos. Como dice la Biblia, “cada uno llevará su propia carga de responsabilidad” (Gálatas 6:5).
El Creador encomendó a los humanos la tarea de cuidar la Tierra. La gratitud por esta asignación, la humildad y el respeto que sentimos por Dios y sus obras creativas deben motivarnos a tratarla con la mayor consideración posible.

¿SE HA PREGUNTADO?

¿Intervendrá Dios para resolver los problemas ambientales? (Apocalipsis 11:18.)
¿Qué responsabilidad confió Dios a los seres humanos con respecto a la Tierra? (Génesis 1:28; 2:15.)
¿Cómo ejemplificó Jesús que debemos evitar el derroche? (Juan 6:12.)


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