Eran las 5 de la mañana en
Panamá, 4 de la mañana en Costa Rica, cuando el panameño enamorado en búsqueda
de su amor viaja por Bocas del Toro después de haber pasado un sin número de
situaciones que lo hicieron descansar en un hotel porque llego muy tarde para
cruzar el Río Sixaola.
Los deseos tan inmensos por
llegar donde su amada lo hizo no dormir ni esperar que saliera el sol.
Desconocía los cambios de horario, decidido caminó y caminó hasta llegar a lo
que él creía era el límite entre los dos países.
Llegó hasta el punto donde la
seguridad fronteriza debía revisarlo y hacer los trámites, pero para su
sorpresa todo estaba oscuro, no se veía nada, no se escuchaba nada, solo un
sonido muy agudo de metales que la brisa movía. Él sabía que ahí existía una
estructura que debía cruzar y siguió caminando hasta casi llegar al borde de un
precipicio que pudo quitarle la vida, pero una voz le gritó: ¡ALTO! ….
El panameño enamorado se voltea y era un policía fronterizo que le dice: ¿Qué haces? a lo que el responde: -voy por mi amada que esta al otro lado del puente-. El policía lo detiene y lo invita a tomar un café y así juntos esperan que salga el sol permitiendo ver el precipicio al que estaba caminando el panameño enamorado.
Agradecido con el policía, emprende su viaje cruzando las viejas estructuras de metal y luego de 8 horas atravesando hermosas montañas, ríos y valles, llega a San José y encuentra una hermosa joven de ojos café, cabellos rubios rizados y vestida de un azul como el cielo.Esta fue la experiencia que trajo
la mayor alegría al panameño enamorado y junto a la tica caminan por el sendero
de la alegría.