En ellas se incorporan valores, afectos, visiones, y formas de vida que las ligan al ámbito de lo sagrado. Sin las semillas es imposible el sustento y soberanía de los pueblos. Al desaparecer las semillas desparecen las culturas y pueblos rurales y comunidades; la desaparición de las culturas, a su vez, lleva a la desaparición de las semillas.
El
intercambio de semillas y la experimentación es algo que los indígenas y
campesinos han hecho desde siempre. Ese proceso de intercambio y creación
de
semillas no ha sido sólo local, sino que históricamente abarcó áreas muy
extensas, mundializándose a partir de la conquista y llevando a una
interdependencia de todas las naciones del mundo en recursos fitogenéticos. Si
bien en el Sur del mundo se concentran aproximadamente el 80% de los recursos
biológicos del planeta in situ, el intercambio, la aculturación y
transculturización llevaron a que ningún país sea hoy autosuficiente en
recursos genéticos agrícolas.
Con la expansión de la industrialización de la agricultura, las semillas fueron transformadas en un insumo más en el proceso productivo. En ese proceso, las empresas especializadas en su producción y venta fomentaron la homogenización de los sistemas de producción y consumo, lo cual condujo a una importante erosión de la diversidad genética de las especies cultivadas, dato suministrado por la oficina de la Red Nacional de Semillas Nativas y Criollas de Uruguay, 2014.
Pero
en los sistemas de producción familiar, la semilla siempre ha sido considerada
uno de los elementos claves. No se trata de un concepto abstracto, sino que
hace parte de vida diaria de cada familia al llevar adelante el proceso de
producción.
Las
prácticas históricas de reproducción de semillas en los predios y de
intercambio con los vecinos y vecinas constituyen estrategias clave para la
soberanía alimentaria y la agroecología, que hacen posible la construcción, el
desarrollo y el mantenimiento de sistemas alimentarios diversificados,
complejos, autónomos y más resistentes. La reproducción de semillas permite contar con
las cantidades que cada familia o predio necesita, así como plantar en el
momento que consideren más apropiado, lo que posibilita integrar en el sistema
productivo la dinámica familiar y las condiciones del tiempo.
Algunas razones por las que debemos guardar las semillas.
1.
Convertirse en
un Mejor Agricultor Para guardar tus propias semillas, se requiere observar
cuidadosamente y poner atención para decidir qué semillas tienen las mejores
características. Al final, esta atención te hará un mejor agricultor.
2. Ahorrar dinero Las semillas criollas sólo deben conseguirse
o comprarse una vez, en comparación con las semillas híbridas o transgénicas
(OGM) que deben comprarse cada año. Por otro lado, las hortalizas orgánicas son
caras, así que al cultivarlas ahorrarás dinero.
3. Plantas más
Fuertes y Resistentes Siendo que nosotros (y la madre naturaleza)
seleccionamos cada año las plantas con mejor producción y más fuertes, las
semillas tendrán una mayor resistencia y se adaptarán al clima y condiciones
locales.
4. El Sabor es lo
Primero A diferencia de las variedades que encontramos en los
supermercados, las variedades criollas no han sido criadas para facilitar su
transporte o vida de anaquel. Estas variedades tienen un sabor y
características que rara vez se encuentran en las semillas híbridas.
5. Belleza y
Diversidad Desde el maíz azul hasta los tomates, las semillas
ancestrales y de polinización abierta tienen infinidad de tamaños, formas y
colores. La belleza natural de estas variedades se convierte en un gran placer,
tanto en el huerto como en el plato.
6. Alegría de Descubrir y Crear Tener tu huerto y guardar tus propias semillas te abrirá los ojos al hermoso mundo de la biología y la selección natural. Además, es un proceso que permite crear tus propias variedades de hortalizas según tus gustos y preferencias y los de tu familiar. Al continuar la tradición de guardar semillas, estamos honrando el gran trabajo que nuestros antepasados hicieron. Preservemos nuestra historia, tradiciones e inmensidad de sabores para las futuras generaciones.
"Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno." Génesis 1:12
"Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer." Génesis 1:29.
Debido a que somos creados a imagen de Dios, Él provee para nuestras necesidades. Esta es una de las formas en las que aquellos creados a imagen de Dios no son Dios mismo.
Y dijo Dios: He aquí, yo os he dado toda planta que da semilla que hay en la superficie de toda la tierra, y todo árbol que tiene fruto que da semilla; esto os servirá de alimento…. (Gn 1:29–30)
Por una parte, reconocer que
la provisión de Dios nos ayuda a no ser soberbios. Sin Él, nuestro trabajo no
es nada. No podemos darnos vida a nosotros mismos, ni siquiera podemos proveer
para nuestro propio sustento. Necesitamos la provisión continua de Dios (aire, agua, tierra, sol y el milagroso
crecimiento de seres vivos para nuestro alimento de cuerpo y mente). Por otro
lado, reconocer la provisión de Dios nos da seguridad en nuestro trabajo; no
tenemos que depender de nuestras propias habilidades o los caprichos de las
circunstancias para suplir nuestra necesidad. El poder de Dios hace que nuestro
trabajo sea fructífero.