jueves, 15 de julio de 2021

Panameño enamorado de una Tica

Dicen por ahí que la alegría surge de las experiencias y que para conocer dicha alegría es necesario caminar hasta por senderos que desconocemos. Cuenta la historia que, en un diciembre, un panameño casi pierde la vida en búsqueda de una Tica de quien se enamoró.

Eran las 5 de la mañana en Panamá, 4 de la mañana en Costa Rica, cuando el panameño enamorado en búsqueda de su amor viaja por Bocas del Toro después de haber pasado un sin número de situaciones que lo hicieron descansar en un hotel porque llego muy tarde para cruzar el Río Sixaola. 

Los deseos tan inmensos por llegar donde su amada lo hizo no dormir ni esperar que saliera el sol. Desconocía los cambios de horario, decidido caminó y caminó hasta llegar a lo que él creía era el límite entre los dos países.

Llegó hasta el punto donde la seguridad fronteriza debía revisarlo y hacer los trámites, pero para su sorpresa todo estaba oscuro, no se veía nada, no se escuchaba nada, solo un sonido muy agudo de metales que la brisa movía. Él sabía que ahí existía una estructura que debía cruzar y siguió caminando hasta casi llegar al borde de un precipicio que pudo quitarle la vida, pero una voz le gritó: ¡ALTO! ….

El panameño enamorado se voltea y era un policía fronterizo que le dice: ¿Qué haces? a lo que el responde:  -voy por mi amada que esta al otro lado del puente-. El policía lo detiene y lo invita a tomar un café y así juntos esperan que salga el sol permitiendo ver el precipicio al que estaba caminando el panameño enamorado.  

Agradecido con el policía, emprende su viaje cruzando las viejas estructuras de metal y luego de 8 horas atravesando hermosas montañas, ríos y valles, llega a San José y encuentra una hermosa joven de ojos café, cabellos rubios rizados y vestida de un azul como el cielo.

Esta fue la experiencia que trajo la mayor alegría al panameño enamorado y junto a la tica caminan por el sendero de la alegría.

lunes, 7 de junio de 2021

Importancia de las semillas en el hogar.


Según la FAO entendemos que la semilla es muchísimo más que un recurso productivo. Las semillas son simultáneamente fundamento y producto de culturas y sociedades a través de la historia.

En ellas se incorporan valores, afectos, visiones, y formas de vida que las ligan al ámbito de lo sagrado. Sin las semillas es imposible el sustento y soberanía de los pueblos. Al desaparecer las semillas desparecen las culturas y pueblos rurales y comunidades; la desaparición de las culturas, a su vez, lleva a la desaparición de las semillas.

El intercambio de semillas y la experimentación es algo que los indígenas y campesinos han hecho desde siempre. Ese proceso de intercambio y creación

de semillas no ha sido sólo local, sino que históricamente abarcó áreas muy extensas, mundializándose a partir de la conquista y llevando a una interdependencia de todas las naciones del mundo en recursos fitogenéticos. Si bien en el Sur del mundo se concentran aproximadamente el 80% de los recursos biológicos del planeta in situ, el intercambio, la aculturación y transculturización llevaron a que ningún país sea hoy autosuficiente en recursos genéticos agrícolas.

Con la expansión de la industrialización de la agricultura, las semillas fueron transformadas en un insumo más en el proceso productivo. En ese proceso, las empresas especializadas en su producción y venta fomentaron la homogenización de los sistemas de producción y consumo, lo cual condujo a una importante erosión de la diversidad genética de las especies cultivadas, dato suministrado por la oficina de la Red Nacional de Semillas Nativas y Criollas de Uruguay, 2014.

Pero en los sistemas de producción familiar, la semilla siempre ha sido considerada uno de los elementos claves. No se trata de un concepto abstracto, sino que hace parte de vida diaria de cada familia al llevar adelante el proceso de producción.  

Las prácticas históricas de reproducción de semillas en los predios y de intercambio con los vecinos y vecinas constituyen estrategias clave para la soberanía alimentaria y la agroecología, que hacen posible la construcción, el desarrollo y el mantenimiento de sistemas alimentarios diversificados, complejos, autónomos y más resistentes.  La reproducción de semillas permite contar con las cantidades que cada familia o predio necesita, así como plantar en el momento que consideren más apropiado, lo que posibilita integrar en el sistema productivo la dinámica familiar y las condiciones del tiempo.

Algunas razones por las que debemos guardar las semillas.  

1.    Convertirse en un Mejor Agricultor Para guardar tus propias semillas, se requiere observar cuidadosamente y poner atención para decidir qué semillas tienen las mejores características. Al final, esta atención te hará un mejor agricultor.

2. Ahorrar dinero Las semillas criollas sólo deben conseguirse o comprarse una vez, en comparación con las semillas híbridas o transgénicas (OGM) que deben comprarse cada año. Por otro lado, las hortalizas orgánicas son caras, así que al cultivarlas ahorrarás dinero.

3. Plantas más Fuertes y Resistentes Siendo que nosotros (y la madre naturaleza) seleccionamos cada año las plantas con mejor producción y más fuertes, las semillas tendrán una mayor resistencia y se adaptarán al clima y condiciones locales.

4. El Sabor es lo Primero A diferencia de las variedades que encontramos en los supermercados, las variedades criollas no han sido criadas para facilitar su transporte o vida de anaquel. Estas variedades tienen un sabor y características que rara vez se encuentran en las semillas híbridas.

5.  Belleza y Diversidad Desde el maíz azul hasta los tomates, las semillas ancestrales y de polinización abierta tienen infinidad de tamaños, formas y colores. La belleza natural de estas variedades se convierte en un gran placer, tanto en el huerto como en el plato.

6.    Alegría de Descubrir y Crear Tener tu huerto y guardar tus propias semillas te abrirá los ojos al hermoso mundo de la biología y la selección natural. Además, es un proceso que permite crear tus propias variedades de hortalizas según tus gustos y preferencias y los de tu familiar. Al continuar la tradición de guardar semillas, estamos honrando el gran trabajo que nuestros antepasados hicieron. Preservemos nuestra historia, tradiciones e inmensidad de sabores para las futuras generaciones.

"Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno." Génesis 1:12

"Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer." Génesis 1:29. 

 Trabajar a imagen de Dios es recibir Su provisión (Génesis 1:29–30)

Debido a que somos creados a imagen de Dios, Él provee para nuestras necesidades. Esta es una de las formas en las que aquellos creados a imagen de Dios no son Dios mismo.

Y dijo Dios: He aquí, yo os he dado toda planta que da semilla que hay en la superficie de toda la tierra, y todo árbol que tiene fruto que da semilla; esto os servirá de alimento…. (Gn 1:29–30)

Por una parte, reconocer que la provisión de Dios nos ayuda a no ser soberbios. Sin Él, nuestro trabajo no es nada. No podemos darnos vida a nosotros mismos, ni siquiera podemos proveer para nuestro propio sustento. Necesitamos la provisión continua de Dios  (aire, agua, tierra, sol y el milagroso crecimiento de seres vivos para nuestro alimento de cuerpo y mente). Por otro lado, reconocer la provisión de Dios nos da seguridad en nuestro trabajo; no tenemos que depender de nuestras propias habilidades o los caprichos de las circunstancias para suplir nuestra necesidad. El poder de Dios hace que nuestro trabajo sea fructífero.


La Zona del Canal de Panamá